Lo de Rajoy es tremendo. En medio del "fregao" electoral tiene la oportunidad, y los motivos, para dar toda la caña del mundo a su riva (PSOE) y si fuera más tibio parecería que está muerto. Pero no, está vivo y muy vivo, aunque esos diez millones de votantes a los que en algún momento de la entrevista de esta noche hizo referencia le echen de menos.
Pero a lo que vamos, la entrevista. Esta tuvo dos Marianos claramente diferenciados. Una primera parte donde estuvo el Mariano de los últimos meses, inseguro, torpe en el hablar, con gestos desacompasados y tembleque ocular incluido, respuestas vagas y huidizas, poco firme (por no decir nada) y, sobre todo, acongojado. Así fue la parte de la entrevista sobre la corrupción y los problemas del PP. Parte que dicho sea de paso fue la más promocionada de la entrevista por Antena 3 y de la que la gente corriente prefiere hablar, porque es de la que entiende o cree entender. Y es que el morbo siempre manda.
Para muestras de lo que digo un botón. En un momento de la entrevista la periodista le pide claramente que aclare si cree que Garzón está prevaricando, y Rajo, lejos de arremeter contra el nefasto juez, va y escurre el bulto. Señor Rajoy, a usted nadie le va a tocar un pelo por poner a parir a Garzón con todas las letras y llamarle claramente prevaricador. Si lo está pensando, como lo está pensando esos diez millones de votantes a los que alude, ¿por qué no lo dice sin tapujos? ¿por qué no da la caña que todos esperan, desean y este país necesita?
Pero seguimos, ante las insistentes preguntas sobre si pondría la mano en el fuego por tal o cuál persona del PP, Rajoy escurrió el bulto en todas las ocasiones. No se mojó ni una puñetera vez, lo que denota cobardía, por un lado, y falta de confianza en su gente, por otro. En resumidas cuentas, una entrevista lamentable.
El otro Mariano
Aunque ya estaba a punto de cambiar de canal asqueado por lo que estaba escuchando, cambia la entrevista y comienzan los temas económicos, los de los problemas reales de los españoles, que, desgraciadamente, sólo entienden e interesan a una minoría. Pues bien, ahí tuvimos la oportunidad de ver otro Rajoy, el cañero, resuelto, decidido, firme, confiado y confiable, con gesto firme y adiós tembleques. En definitiva, el Rajoy que esos diez millones de españoles querrían ver de presidente. En este perfil sí que nos pudimos ver crítica real y propuestas reales. En estos temas el jefe del PP se desenvuelve bastante bien, pero a un jefe se le exige mucho más. Tiene que hacerlo bien en todos los frentes, porque si no ¿a quién va a convencer? ¿a los militantes del PP? Incluso a éstos los puede perder, como ya perdió unos cuántos en ese mal llamado giro hacia el centro.
Es una pena que el Rajoy que vemos todos los días no sea el del segundo tiempo de la entrevista. Ese sí que sería un Rajoy que infundase alguna esperanza ante los desatinos de ZP. En cambio lo que tenemos no infunda la menor esperanza, ya que no representa una alternativa fiable. ¿Volverá nuevamente ese Rajoy? Veremos después de las elecciones vascas y gallegas.
lunes, 16 de febrero de 2009
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