Haciendo referencia al título de la popular película española, el Ministro de Justicia, Bermejo, se mofaba del PP por acusarle de no se sabe bien qué, al estar de cacería con él juez Garzón mientras éste investiga a los peperos por corruptos. Menudo embrollo.
Desde luego estoy de acuerdo con Bermejo al sacar a relucir lo de La escopeta nacional, pero no en la misma dirección en la que apuntaba nuestro locuaz ministro. A Bermejo, como tiene el "chequismo" metido en vena le parece de lo más normal estar de farra con un juez en activo, afín a su partido, al tiempo que este juez está llevando a cabo una investigación que afecta a sus rivales políticos. Y todo en vísperas de unas elecciones, donde ambos partidos se juegan mucho. Para rematar la faena también se les unió a la farra el jefe de la policía que lleva el caso. Vamos, por si podía quedar alguna duda.
El problema de Bermejo es que ni cree en el principio de legalidad, ni en el de separación de poderes ni, por ende, en la democracia. Su trayectoria al frente del Ministerio nos ha dejado bastantes escenas lamentables sobre su "modus operandi", anteponiendo los intereses de partido o de su Gobierno ante cualquier cosa (entiéndase cualquier cosa por lo que marca la ley vigente). En resumidas, cuentas, la misma forma de actuar de cualquier dictadorcete bananero. Seguro que ya tienen a alguno en mente.
Otra garzonada más
De Garzón podemos ir adelantando que estamos ante lo que ya se denomina popularmente garzonada. Este señor sigue sin entender que él es un funcionario público, al que los ciudadanos de a pie le pagamos el sueldo para que trabaje, no para que haga lo que le da la gana. Pero claro, las instancias superiores de Justicia le dejan hacer lo que quiere y ahí tenemos los resultados: instrucciones defectusosas y juzgado saturado. Pero independientemente de sus chapuzas diarias, lo que cabe preguntarse en este caso es ¿por qué está metido Garzón en esto? La presunta trama de corrupción debería ser juzgado allá donde se haya presentado la denuncia, pues la Audiencia Nacional no es competente en la materia (art. 65 de la Ley Orgánica del Poder Judicial). Salvo que se haga una interpretación muy abierta sobre sus propias competencias, la Audiencia Nacional debería dejar el caso en manos de tribunales ordinarios. A esto hay que añadir que es por todo el mundo sabido de qué pie cojea políticamente Garzón, y eso puede ser muy respetable, pero lo lógico es que si se le presenta un caso relacionado con el partido contrario debería apartarse del mismo. Pero Garzón no, que él es la justicia y siempre tiene razón. Lo peor de todo es que la gente de la órbita garzonita lo entienda perfectamente.
No obstante, aquí no acaba la cosa. Si además de no tener competencia en el tema y no ser objetivamente imparcial, te vas de fiesta con alguien que pugna abiertamente con la parte juzgada, coño, es para mosquearse un poco. Y Bermejo tiene los santos cojones para decir que en la cacería no se habló de trabajo, y todos nos lo tenemos que creer. Imagínense el panorama. Te vas a realizar cualquier actividad con gente de tu trabajo o afín al mismo, y nadie habla de curro. Lo normal. Sobre todo cuando en el curro estás metido en temas de gran importancia. Claro. Y cuando un banquero se va a jugar al golf con un político hablan de cómo crece la hierba, y en los palcos del Real Madrid o el Barça sólo se habla del partido, por eso hay tortas para asistir a todo ese tipo de saraos, para hablar del tiempo. Es que es para indignarse, pero en este país parece que nos gusta que nos tomen el pelo y, sobre todo, nos recorten libertades, porque a la postre es en lo que acaban todos estos tejemanejes.
La rabieta del PP
Y el papel del PP en todo esto, si no es mejor que el del propio escándalo de la cacería, es por la repercusión futura que puede tener el compadreo política-justicia. Al principio de este artículo comentaba que Bermejo se mofaba del PP por acusarle de no se sabe bien qué. Y efectivamente es así. Todos los medios han hablado de la dura crítica del PP, pero lo cierto es que de dura no tiene nada, fue más bien una rabieta de niño, porque no han dicho nada claro, salvo que están enfadados. Pero las cosas hay que hacerlas bien, y lo que le tenían que haber dicho a Bermejo, Garzón y demás personajes, todas las verdades públicamente, con repaso de sus actividades dudosas incluidas.
Yo lo que no entiendo es ni a Rajoy ni al PP. Primero por qué han esperado tanto y después por qué no actúan con toda la contudencia con la que pudiera hacerlo un partido con más de nueve millones de votos. Los hechos son tan graves que hasta ya hay socialistas que públicamente han pedido la dimisión de Bermejo. El más sonado fue el del alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Jerónimo Saavedra, antinguo barón del PSOE en tiempos de González. Saavedra incluso llega a comparar la actitud de los cesados en el gobierno de Obama, con lo que pasa en España.
Un caso más significativo si cabe es el publicado hoy del exFiscal General del Estado, Eligio Hernández. Significativo porque este señor no tuvo precisamente una gestión brillante, ya que fue de los más partidistas que han habido, hasta que llegó el actual Cándido Conde-Pumpido. Es más, Hernández ni siquiera debió ser nunca Fiscal General del Estado, porque no cumplía los requisitos para ello entonces. Pues incluso alguien con su perfil, ha criticado este compadreo judicial, culpabilizando de ello a los "jueces estrella", en clara referencia a Garzón.
Al final no creo que de toda esta polémica se saque nada en claro, ni que este Gobierno, adalid de la intervención hasta del poder judicial, cambie. Pero para ser sinceros, sí que espero que el escándalo acabe con la carrera de Garzón y con todas las actitudes de los jueces que han llevado a que el poder judicial en España sea el más desacreditado ante los ciudadanos (datos del CSIC, para quien necesite la fuente).
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