sábado, 29 de noviembre de 2008

El terror del CAC

Después de la época de Aznar por todas partes se ha dicho que ha sido el período más triste en el panorama audiovisual español. Desde la progresía se acusaba a los dos gobiernos del PP de haber restringido la libertad de expresión en este país (?) y desde la derecha, el propio Jiménez Losantos, adalid de la libertad de opinión desde posturas conservadoras, criticó al PP y, especialmente a Aznar, por sus manipulaciones de los medios y sus consecuencias, dejando un panorama de medios peor del que encontró. Las críticas han arreciado desde postulados distintos y por motivos diferentes, pero se puede sacar la conclusión de que el período PP ha sido el peor de la democracia para la libertad de expresión. No voy a entrar en valorar ni una postura ni otra, y puede que fuera verdad que esa etapa no haya sido de las mejores, hasta que llegó ZP.
Con ZP se creó el CAC, que aunque afecta sólo a Cataluña, es algo que se ha dicho por activa y por pasiva gustaría crear a nivel nacional. Sólo de pensarlo me entra pánico.

Órgano represor
El CAC es el mayor órgano represivo de la libertad de prensa desde la entrada en vigor de la Constitución. Sus decisiones no hacen más que generar polémica, en cuanto son arbitrarias, perjudican a unos medios en favor de otros y sólo buscan reprimir. Bajo el falso paraguas de la cobertura legal para ordenar y controlar el espacio radioeléctrico, los políticos catalanes han creado una auténtica institución dictatorial. No hay democracia occidental que tenga órgano similar y en España no sólo no pasa nada, sino que igual crean algo paracido a nivel nacional y nos quedamos tan anchos.
Según los de Alí Babá y los 40 socialistas el CAC es necesario en cuanto el espacio radioléctrico es limitado y necesita una institución que lo controle. Quizás hayan intentado darle una apariencia de FCC norteamericana, pero claro, la FCC está para cuestiones técnicas y normativas, no entra en valoraciones de contenido, algo que ha hecho sistemáticamente el CAC. En realidad, no ha hecho cumplir ni una sola norma, ni ha regulado nada, sólo expropia canales a los medios molestos o no afines, como la Cope, y se las regala a los amigos: nacionalistas y socialistas, por supuesto. Esa es la verdadera razón de existir del CAC.

Cuando se estuvo planteando en el Paralment de Cataluña la creación de semejante disparate de institución, discutía con un amigo de tendencias progresistas que barbaridad que suponía un órgano de estas características en una democracia. Por supuesto, el esgrimía las razones que siempre han dado los que están a favor del CAC. Que si hay que regular, que si el espacio radioeléctrico es limitado, etc. etc. Incluso estaba a favor de quitarle emisoras a quien no cumple con la ley, en clara referencia a Jiménez Losantos. Mi postura siempre fue en la misma dirección: el CAC sería un simple órgano represor y, finalmente, un generador de corrupción. Parece que el tiempo me va dando tristemente la razón. Pero es que es de cajón. Primero, porque para controlar la legalidad ya está el poder judicial. Y ninguna adminsitración tiene potestad para velar por lo que se dice en los medios, para eso están los tribunales de justicia ordinaria. Esos, y sólo esos son los que deben controlar la libertad de expresión. Todo lo demás son variantes de organismos censores. ¿Escucharon las declaraciones del CAC defendiendo sus últimas resoluciones, con insultos y todo? Lo mejor de todo es cuando espetaron que si alguien no está de acuerdo con su resolución de revocación de licencia que acuda a los tribunales. Tiene cojones la cosa, ¿no debería ser al revés? Que estamos hablando de un derecho fundamental, no de puestos de castañas.
Con Aznar puede que las injerencias en los medios fueron las mayores de la democracia, ¿pero han visto el panorama mediático que se va a quedar después de ZP?

Lo mejor de todo, es que con todos los progres con los que hablo, incluso reconociendo que el CAC no ha obrado acertadamente (tiene gracia el eufemismo), siguen apostando por un organismo independiente que gestione el espectro limitado, en función de los intereses generales. Y segundo, esta es la gran mentira.

Desmontando el CAC
Todo este tinglado está montado bajo un montón de sandeces, sustentadas en la base de una teoría que si no es falsa del todo, al menos sí disparatada: la limitación del espectro radioaléctrico.
El espectro era, repito era, algo limitado. Al menos en teoría, porque en la práctica la señal analógica jamás estuvo ni siquiera cerca de ocupar todos los diales. Entre otras cosas porque nunca se han presntado miles de peticiones de licencias radiofónicas a una licitación, por ejemplo. Lo que pasa es que es muy goloso para un político controlar la concesión de licencias. Y ahora con el sistema digital el limite ya ni siquiera es teórico, porque todo dependerá de lo que queramos escalar el equipamiento tecnológico implantado. Con la señal digital prácticamente por un mismo canal analógico podremos meter tantas señales como nos de la gana.

Ante este argumento, mi amigo el progre (vamos a llamarle así para identificarlo sin decir su nombre) me respondió "que sólo hay dos cosas ilimitadas: el universo y la estupidez humana. Y de lo primero no estoy muy seguro", cita de Albert Einstein. Para él, el espectro, por naturaleza, es limitado. El mercado publicitario que haga viables las emisoras también es limitado. Y los recursos limitados deben gestionarse atendiendo al interés general. Por ello las licencias se conceden de manera temporal y debe concederse a quien, claro, cumpla la legalidad y fomente el interés general. Explicado así, pareciera que tiene razón y todo, pero vamos por partes.

La frase de Eisntein es muy simpática, de hecho la ví publicada recientemente en algún medio. Pero se equivoca, el espectro no es limitado, es divisible por tantas veces como puedas dividirlo, y ahí está la clave. ¿O me podría decir alguien cuántos puntos hay en una línea recta de un metro? La respuesta correcta sería tantos como seas capaz de identificar. Ayer la humanidad podía indentificar 100, hoy 1000 y mañana Dios dirá. Pero voy con otra cita, menos simpática, pero más interesante. Se llama la ley Moore. No es muy conocida, pero a los que nos gusta esto de la tecnología nos suena un poco: "cada 18 meses la potencia de un procesador se duplica". Igual parece una gilipoyez, pero esta ley lleva un montón de años cumpliéndose y, de hecho, es la que rige el mercado mundial de la informática. Aún así, Moore se equivocó también, porque el plazo se ha reducido sustancialmente y ahora está por debajo de los 12 meses, pero por intereses comerciales se mantiene el plazo de la ley Moore (aunque esto sería otro debate).
Esto de la duplicidad de los procesadores viene muy a cuento, porque en realidad lo que se está duplicando es la capacidad de los circuitos integrados, y como bien se puede deducir, esto afecta hoy día a todo tipo de sistemas. En conclusión, y para no enrollarme mucho más, podemos deducir que cada 18 meses, como mínimo, estaríamos en disposición de duplicar la capacidad de procesamiento de cualquier tipo de señal, analógica o digital. Si a esto le sumamos que la señal digital ha pasado en menos de 40 años del bite al terabyte, y sigue en aumento, podemos imaginar las posibilidades. Esto sin contar las tecnologías de compresión de señal, que son las que hacen realmente hoy el milagro de las comunicaciones, que en menos de 10 años ha permitdo por ejemplo que se vean películas transmitidas por una señal telefónica.

Pero aún dando por buenos los argumentos de limitación del espectro, ¿por qué el CAC no se ciñe entonces a las cuestiones tecnológicas? Los argumentos progres lo asemejan a la razón de existir de la FCC americana, pero ésta nunca ha juzgado contenidos, para eso tienen los jueces, ellos sólo juzgan los condicionantes técnicos y legales de la concesión de licencias. Es decir, si el reparto accionarial se ajusta a lo que marca la ley (jamás se intervino con Tele5 y Berlusconi se fue de rositas); si se respeta la pluralidad y equidad en la distribución de señales (hemos tardado años en ver la sentencia de A3 y encima no se aplica); que las emisiones no procedan de señales piratas (el dial en Madrid de la Ser, Cope y Onda Cero está rodeado de emisoras piratas desde hace años y nadie las ha perseguido, cosa que siempre ha denunciado Luis del Olmo); si se ha territorializado la programación (Tele5 se cargó los centros territoriales y aquí nadie le dijo ni mú); si se cumple la cuota de producción propia (no hay ninguna cadena privada que la haya cumplido jamás, y desde que está ZP en el Gobierno TVE tampoco, que se lo pregunten al gran beneficiario Mediapro); si se respetan los tiempos de publicidad en televisión (las ridículas sanciones impuestas todos los años a las cadenas de TV no impiden de ninguna forma la violación de estas normas) etc, etc. Eso sí, aquí lo importante es cerrar emisoras de la Cope, no sea que encolerice a toda España Jiménez Losantos.
Con lo sencillo que es cambiar de dial si no te gusta lo que oyes.

No hay comentarios: